Una crisis sanitaria mundial de la magnitud que estamos experimentando no ha afectado a la comunidad internacional desde hace más de un siglo. En esta crisis sin precedentes, todos los países y todos los ámbitos de nuestra vida cotidiana están profundamente afectados y desorganizados.
En este momento no se conoce ninguna vacuna ni cura para la nueva enfermedad. Los científicos de todo el mundo están trabajando sin descanso para encontrar un remedio, pero llevará tiempo y mientras tanto la humanidad continúa expuesta.
La única arma que poseemos actualmente contra el virus es limitar el contacto humano en la medida de lo posible. El virus es incapaz de viajar; somos nosotros los humanos los que, sin quererlo, lo transportamos a nuevos lugares donde puede causar más daño.
Como resultado, el mundo ha llegado casi a un punto muerto. Desde el transporte local hasta las cadenas de suministro globales, no se ha librado nada. En el tráfico urbano y en las rutas de comercio mundial, el trepidante movimiento ha dado paso a una inquietante calma. Las carreteras de todo el mundo se parecen a “arterias sin sangre”, como señaló un periodista. La actividad en el sector de la aviación ha disminuido en un 90% aproximadamente; las ventas de automóviles han caído en el mismo porcentaje en algunos países; en muchas ciudades el nivel de movilidad de los ciudadanos se sitúa en porcentajes de un solo dígito en comparación con la época anterior al coronavirus.
Un cambio de paradigma para el transporte
El sector del transporte se encuentra en una situación totalmente sin precedentes. Uno de sus principales papeles en la sociedad es permitir que los ciudadanos se encuentren cara a cara, es quizás el principal facilitador de la interacción social. Ahora, esa función se ha detenido como resultado de las restricciones existentes en todo el mundo.
Al mismo tiempo, debe continuar funcionando donde el movimiento de personas y mercancías es imprescindible, no una elección. Los médicos y las enfermeras deben desplazarse al trabajo. Los hospitales tienen que recibir los suministros que necesitan. Los ciudadanos confinados necesitan que las provisiones se entreguen a las tiendas. No menos importante es que las cadenas de suministro internacionales deben continuar moviéndose de la manera más fluida posible para limitar al máximo el inevitable impacto económico.
“Nunca antes los líderes mundiales habían puesto tantas restricciones al movimiento de personas y mercancías”
Es un cambio de paradigma. Nunca antes los líderes mundiales habían puesto tantas restricciones al movimiento de personas y mercancías. Ahora hay que tomar decisiones sobre cómo gestionar los servicios de transporte dentro de esas limitaciones y cómo ayudar al sector a sobrevivir en este difícil momento.
Los trabajadores de la sanidad son los héroes indiscutibles de la lucha actual. No muy atrás de ellos vienen los transportistas que entregan los suministros de alimentos a los supermercados, los conductores de autobuses y taxis que llevan a los médicos y enfermeros a sus lugares de trabajo en los hospitales, las tripulaciones de los buques que evitan que las cadenas de suministro se derrumben por completo, o los pilotos que acercan a casa a los viajeros que han quedado atrapados. Les debemos gratitud y, especialmente, todos los esfuerzos para asegurar que puedan hacer su trabajo con la máxima seguridad.
Superar la crisis
El sector del transporte en su conjunto está respondiendo con solidaridad y creatividad a la crisis del coronavirus. Los fabricantes de automóviles están cambiando la producción para fabricar respiradores. Los operadores ferroviarios están convirtiendo trenes de alta velocidad en hospitales rodantes. El personal de cabina de las aerolíneas con formación de primeros auxilios está ayudando a los médicos. Los taxis y los servicios de transporte compartido desplazan gratis a los pacientes y al personal médico o entregan alimentos a los ciudadanos más vulnerables. Hay muchos más ejemplos.
Estamos comprobando que, por muy terrible que sea la crisis, saca lo mejor de nosotros. También es un recordatorio de tres factores esenciales para una recuperación exitosa: En primer lugar, la superaremos mejor y más rápido si trabajamos juntos a pesar de las divisiones existentes, sean del tipo que sean.
En segundo lugar, la experiencia y las decisiones basadas en la evidencia cuentan y marcan la diferencia. Difícilmente venceremos al virus y rescataremos nuestras economías basándonos en conjeturas e intuiciones. El intercambio de datos sobre movilidad del sector privado con los gobiernos para ayudar a contener las infecciones por el Covid-19 es un ejemplo brillante en el que estos dos principios básicos se unen.
En tercer lugar, aunque abordemos la crisis de la manera más eficaz, debemos empezar a pensar en el futuro y a planificar para la era post-pandémica. Porque el mundo después de la crisis del coronavirus ya no será el mismo. Se nos impondrán muchos y complejos cambios. Tenemos el conocimiento y las herramientas para moldearlos, y para buscar las oportunidades en este cambio de era, pero debemos tomar las decisiones correctas.
Prepararse para la transformación que se avecina
Algunos observadores han señalado algunos aspectos positivos asociados con la disminución de la actividad de transporte. La contaminación atmosférica ha disminuido notablemente en muchas regiones. Es probable que las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes del transporte sean en 2020 un 20% más bajas que en circunstancias normales, según las proyecciones de la ITF. Es también probable que el número de muertes por accidentes de tráfico disminuya como consecuencia del menor número de automóviles en las carreteras. El ciclismo ha ganado terreno como una alternativa saludable y de bajo riesgo al transporte compartido en muchos lugares. Las nuevas tecnologías como los aviones no tripulados y los vehículos automatizados están mostrando su potencial al realizar tareas con el mínimo contacto humano que exige la situación actual.
“Los gobiernos tienen la oportunidad de establecer políticas que impulsen la transformación del transporte hacia una movilidad más sostenible, más accesible y más inclusiva que también sea más resistente”
Sin embargo, existe el riesgo de que incluso estas escasas ventajas no perduren. Si nuestras economías se recuperan mediante la quema de combustibles fósiles como resultado de programas de estímulo económico necesarios en todo el mundo, las emisiones de CO2 podrían volver a dispararse rápidamente. Los gobiernos tienen la oportunidad de establecer políticas que impulsen la transformación del transporte hacia una movilidad más sostenible, más accesible y más inclusiva que también sea más resistente.
El transporte y la movilidad se encuentran en el epicentro no solo de los desafíos inmediatos, sino también de los desafíos a largo plazo que plantea la pandemia del coronavirus. Ahora es el momento de reflexionar sobre ellos, atendiendo al consejo del gran científico francés Louis Pasteur, cuyo descubrimiento de los principios de la vacunación salvó millones de vidas: “La suerte favorece a la mente preparada”.
Las soluciones para superar la crisis y mitigar su impacto deben encontrarse en todos los modos de transporte y en todos los sectores económicos. En cooperación con otros sectores como la energía, el comercio, el turismo o el urbanismo, el transporte tendrá que desempeñar un papel importante en la recuperación. La ITF contribuirá con su labor, la de avanzar en el diálogo político mundial para un mejor transporte y ayudando a los gobiernos a construir una argumentación empírica para tomar las mejores decisiones en estos tiempos difíciles.
Fuente: http://elvigia.com/el-transporte-frente-a-la-pandemia/
Founder & CEO LIS Software Solutions